Llegué a Kenia el sábado y vinieron a recogerme la hermana Zena que es de Mozambique y la hermana Candela que es de León.
Salimos del aeropuerto y los rascacielos del centro de Nairobi se veían perfectamente. Estaba alucinada y desubicada porque en tan solo una hora y media en avión de Ruanda, era todo muy diferente. Empezando por el idioma, que tuve que pasar del francés al inglés, luego el paisaje con su verdor y sus grandes bosques, su clima mucho más cálido que estos días atrás en Kigali y terminando por la propia ciudad de Nairobi. Continuamos hacia nuestro destino dejando atrás los rascacielos, y pasamos cerca de una barriada de chabolas llamada Kibera. Kibera es un asentamiento informal en los suburbios de Nairobi que constituye la mayor barriada pobre del país y la segunda más grande de África con más de un millón de habitantes.
Llegamos a nuestro destino, Kibiko. Se sitúa a unos 45 minutos en coche al sur de Nairobi. Desde hace 6 años las hermanas viven aquí y dicen que todo ha cambiado mucho. Cuando llegaron ellas, la gente vivía en casas de chapa y madera, no había carretera accesible y dicen que la vida era mucho más precaria.
Ahora cuadrillas de asiáticos trabajan día y noche en la construcción de carreteras en todo el país (al igual que en Ruanda) y especialmente en esta zona, ya que una de estas carreteras conectará Nairobi con un poblado Masai (el turismo manda). Kibiko, al ser una zona cercana a la capital y más accesible ahora, la gente que trabaja en Nairobi están construyendo sus casas aquí convirtiendo la zona en dormitorio. Pero ¿qué ha pasado con la gente que vivía en esta zona? Pues si… seguro que os lo habéis imaginado. Han sido desplazados a la fuerza.
Entre las nuevas casas aún quedan casitas hechas con chapas. Esas casitas, por llamarlo de alguna manera, son una especie de nave dividida en habitaciones y cada una de esas habitaciones es una casa para una familia de 6 u 8 personas. Tienen una letrina común al exterior y una cocina en la calle. La política de alquiler es, si un mes no pueden pagarlo les echan de la casa, quedando libre para otra familia.
La misión de las hermanas en esta zona es trabajar con los niños de la calle. Hay un centro cercano donde ellas van los sábados. Hay unos 100 niños de edades comprendidas entre los 10 años y los 18. Hay de todas las religiones. Juegan con ellos y hablan mucho. Son niños que han sido expulsados de sus familias o niños huérfanos. Estos niños cuando llegan al centro tienen grandes problemas de comportamiento ya que han estado malviviendo en la calle y en algunos casos va añadido el problemas con las drogas. Este centro de rehabilitación hace que los niños poco a poco se habitúen a vivir en comunidad, a respetar las normas, los preparan para poder ingresar en la escuela. En definitiva, les ayudan a reinsertarse en la sociedad poco a poco.

