El domingo salí a las 9.30 de casa de mi hermana, cogí un taxi y me llevó a la estación Central en Bruselas. De allí cogí el tren y fui a la estación del Norte en París, donde nos hicieron un control de mascarilla y pasaportes. En la puerta de la estación había un taxi esperándome y me llevó al aeropuerto, al cual, llegué muy rápido. Era un París sin coches, irreconocible. Al llegar al aeropuerto, todo cerrado y poca gente, no había gente ni en el mostrador para facturar. De París volé a Barcelona, el vuelo iba con la mitad de pasajeros y dejaron un asiento libre entre pasajero y pasajero, el baño no estaba en uso y era obligatorio llevar mascarilla durante todo el vuelo. La verdad es que siguieron las medidas muy bien. La gente muy cívica respetando cada indicación. En Barcelona esperé 2horas a que saliese el vuelo para Alicante. Cuando ya estábamos en la cola para embarcar, una azafata iba preguntado a los pasajeros el motivo de nuestro viaje y nos pedía los pasaportes. Justo delante de mí, al hacer esa pregunta a una chica, se puso a llorar. Su viaje no era por trabajo, ni por volver a su residencia habitual, su viaje era porque su padre había fallecido. En ese momento, me di cuenta de la crueldad de este virus y de las personas que han perdido la vida en estos meses. Esa chica estaba allí a un metro de mí, sin para de llorar y yo sin poder ponerle la mano en la espalda para consolarla. ¿Nos estaremos volviendo más fríos e inhumanos? Cuando subimos al avión, nadie hablaba con nadie, ni si quiera una sonrisa de cortesía cuando te sentabas al lado de alguien. Y aunque alguien te sonriera, no se veía bajo de nuestras mascarillas. Pero en todo el avión había 1 personita que no llevaba mascarilla, Marcos. Un bebé de 8 meses que justo se sentó en la misa fila que la chica que lloraba sin consuelo. Las carantoñas de Marcos y el poder de su sonrisa hicieron que esa chica, pasase un vuelo entretenida. Cuando cogimos las maletas, ella ayudó a la mamá de Marcos a recoger su equipaje y se despidió de él desde la distancia y con un gracias que resonó en todo el aeropuerto. A la salida había un taxista con un cartel que ponía mi nombre y me llevó a Elda. Al llegar a casa me estaban esperando mis padres con las llaves. Guardamos la distancia recomendada y llevábamos mascarillas. No nos pudimos abrazar. Se hace raro después de 4 meses fuera de casa no poder abrazar a los tuyos y ni si quiera ver su sonrisa porque estaba escondida bajo de la mascarilla. Tal vez fue lo más duro del viaje. Pero que suerte tengo, que suerte tenemos muchos de nosotros. Hay que dar gracias cada momento y pensar las cosas antes de quejarnos. Un abrazo grande.
El vídeo que subimos hoy al blog viene desde Villa David,Baní. (R. Dominicana)
Este verano tuve la suerte de conocer a la hermana Carmen y a la comunidad de hermanas que viven allí.
Mujeres valientes entregadas a su misión. Ahora en la casa están cosiendo mascarillas y atendiendo a los más necesitados de la zona. Y la hermana Carmen todos los días está al pie del cañón en el dispensario médico.
El problema es más o menos el que tiene todo el sector sanitario en todo el mundo, que es falta de medios y material. Pero claro aquí se agrava la situación ya que lo poco que hay es muy caro y los recursos económicos son muy pocos.
Ella junto al personal sanitario, nos cuentan cómo están viviendo la situación del COVID 19 desde el dispensario médico Hermana Rosa de Meras.
Nos habla de guantes y mascarillas que es lo básico, básico para protegerse . Aquí no se habla de respirador, ni UCIS…eso ya son palabras mayores.
Con este vídeo hacen un llamamiento al sentido común y a que la gente se quede en casa para así, entre todos, seguir ayudando.
Desde karit solidarios por la paz hemos lanzado una campaña de emergencia para que con nuestro poco, podamos contribuir a un mucho en los lugares más vulnerables del mundo y con menos recursos.
Ahora dese la página web de karit es muy fácil poder colaborar con una pequeña aportación económica.
Gracias y seguidnos en las redes. Cada lunes subiremos un nuevo vídeo de nuestras contrapartes.
El próximo será desde el dispensario médico de Busogo en Rwanda.
Las Hermanas Carmelitas son nuestra contraparte en Haití, en Anse á Pitre.
El proyecto que se está llevando a cabo allí dese hace un par de años, es la mejora de la atención sanitaria con la dotación del dispensario Santa Teresita.
El acceso a la sanidad es muy difícil en esa zona ya que el hospital público está prácticamente abandonado y no da servicio.
Antes la gente que se ponía muy enferma cruzaba la frontera para pasar al hospital de Pedernales en República Dominicana.
Ahora la frontera está cerrada. Y el único centro para atender a una población de unas 40.000 personas es el dispensario de las hermanas.
Escuchad atentos el testimonio de la hermana Inés. La situación es muy dura allí.
Hoy os he colgado un vídeo para daros las gracias en persona por haberme acompañado en este viaje a través de vuestros mensajes en el blog. También hablo un poquillo de cómo está la situación en África y os presento un nuevo proyecto para el blog que será la publicación de pequeños vídeos, donde nuestras contrapartes contarán en primera persona como están viviendo la pandemia del COVID19 en los diferentes lugares del mundo donde karit tiene proyectos.
Hace una semana que salí de Kenia, ahora estoy en Bruselas en casa de mi hermana. En este post os voy a contar cómo fue mi viaje de vuelta a casa.
El post lo iba escribiendo mientras esperaba el avión en cada país pero al releerlo antes de subirlo al blog, me di cuenta, con la ayuda de mis correctoras oficiales (Olga y Nieves, que han estado viajando conmigo desde la distancia) que sólo yo podía entender lo que escribía, pues lo estaba viviendo. Lo vivía con intensidad, miedo y tristeza.
A continuación, os contaré mi viaje de vuelta día a día. ¿Cómo se puede echar tanto de menos algo que sólo has conocido dos semanas?
23 de marzo:
Nieves, leyó un tuit de la embajada española en Kenia diciendo que el 25 de marzo a las 00:00h cerraban el espacio aéreo.
En ese momento llamé a la embajada, me confirmaron la información y me recomendaron volver a España. Me dijeron que ofertarían un vuelo comercial y que me pondrían en una lista de espera pero que intentase, de todos modos, comprar un billete a través de alguna agencia de viajes keniata. Llamamos a una agencia que había en la ciudad más cercana y encontraron un vuelo para el día siguiente por la noche con dirección París.
24 de marzo:
A primera hora de la mañana, fui a la agencia de viajes a pagar mi vuelo y cuando llegamos la chica nos dijo que lo habían cancelado pero que tuviese la maleta preparada por si encontraba otro. Así que nos volvimos a casa y me puse a hacer las maletas. Las hice sin ganas y sin tener un viaje programado. Una sensación muy rara.
La embajada española en Kenia se puso en contacto conmigo ese día para decirme que Kenya Airways había sacado un vuelo, para el día 25 de marzo a las 22:00h, pero, si no se llenaba al 100% no volábamos. Siendo éste el último en salir del país.
¿Imagináis mi lío mental? En Kenia había solo 15 casos de personas contagiadas con el covid-19 y yo estaba de maravilla en casa de las hermanas. Pero la recomendación de la embajada y de la ONG, era volver a casa. En ese momento me entró miedo. Miedo a meterme en un avión con un enemigo invisible, miedo de llegar a España, miedo de ser portadora del virus y pegárselo a alguien. Pero a pesar del miedo hice caso a las recomendaciones y compré ese vuelo, tal vez el más caro de la historia.
Terminé de hacer las maletas y esa noche bailamos, cantamos y nos reímos mucho.
Día 25 de marzo:
Teníamos las maletas cargadas en el coche y ya estaba dando los primeros abrazos, cuando llamaron a la hermana Zena para decir que habían cancelado el vuelo. No os imagináis mi alegría y la de ellas. Nos abrazamos y celebramos esa gran noticia. Esa noche dormí tranquila después de los nervios de los últimos días. Pues el espacio aéreo ya estaba cerrado y ya no había prisa por volver.
Aún tenía un mes más de permiso de trabajo y mi visa era para 3 meses.
26 de marzo:
La embajada de Inglaterra encabezada por su embajadora, luchó y negoció para abrir tres días más el espacio aéreo de Kenia.
A partir de este día, la embajada de España me llamaba constantemente para informarme de cualquier novedad. La verdad que quiero darles las gracias por la cercanía y el trabajo. Ellos fueron quienes me recomendaron coger el avión de British Airways con destino a Londres. Con mucho dolor de corazón compré un billete para el día 30.
30 de marzo:
(A partir de ahora hablaré en presente porque es el escrito que hice en el aeropuerto y en los aviones)
Aquí estoy en el aeropuerto. Hoy ya no ha habido suerte con la cancelación… ahora sí que sí, me voy.
Las hermanas me han traído muy pronto. Pues hay toque de queda en el país desde las 5:00h hasta las 19:00h y les tiene que dar tiempo para volver a casa. Porque, si te ven por la calle a partir de las 19:00h, sacan las porras y no hacen preguntas.
Mascarilla que me hizo la hermana Candelas.
Así que son las 16:00h y mi vuelo sale a las 23:00. En el aeropuerto está todo cerrado, han improvisado una mesa para hacer la facturación del equipaje y no tenemos sitio para sentarnos. Estamos en la cola sentados encima de nuestras maletas esperando a que sean las 20:00h y abran los mostradores.
Estoy tranquila y confiada de que todo va a ir bien y que me libraré de pillar ese virus.
La embajadora inglesa está aquí al pie del cañón. Nos ha preguntado a todos cómo estábamos, dónde íbamos… ha hecho un gran trabajo para conseguir abrir el espacio aéreo.
Mis compañeros de viaje son familias de todas las nacionalidades, hay muchos niños y muchas personas mayores. Vuelan por la seguridad de sus hijos, aunque con la incertidumbre también de si será mejor irse o quedarse.
Yo tengo una gran sensación de abandono. De abandonar a esta gente. De salir a la primera cuando hay un problema, de volver a mí círculo de confort. Las hermanas valientes y misioneras sí que se han quedado cerca del pueblo.
Bueno, parece que hay algo de movimiento. Vamos a facturar. Luego sigo escribiendo.
Ya estoy dentro del aeropuerto y ahora voy a cenar. Un bocadillo que me ha hecho la hermana con pan casero y tortilla de patata. Esto es todo un lujo que alegra la espera.
Son las 22:45 y ya estoy dentro del avión. Mis compañeras de viaje son una chica americana y su madre. Van muy preparadas con mascarilla, guantes y me han dado hasta unas toallitas para limpiar la mesa y los reposabrazos de mi asiento.
Mañana seguiré contando mi experiencia.
31 de marzo:
Ya he llegado a Londres. El vuelo ha sido una maravilla, se me ha pasado volando… ¡ja, ja, ja!
Este aeropuerto también parece fantasma, todo está cerrado y hay muy pocas personas. Ahora tengo que esperar aquí 5 horas para coger mi siguiente vuelo a Ámsterdam.
Todo cerrado en el aeropuerto de Londres
Me ha llamado la atención que no haya habido ningún control sanitario en ninguno de los aeropuertos, sin embargo, en África te tomaban la temperatura y te hacían preguntas sobre los síntomas de la enfermedad.
Ya han pasado las 5 horas de espera y ya estoy sentada en el avión dirección Ámsterdam, pero ¡vaya susto! En la puerta de embarque, en cuanto han visto que mi pasaporte era español han venido 4 controladores y no me dejaban subir al avión porque creían que venía de España. Han llamado varias veces por teléfono y ya no quedaba nadie más por entrar al avión. En ese momento creía que me quedaba en Londres. Pero me acerqué a ellos con mi billete para mostrarles que había venido de Kenia y por fin me dejaron subir.
Al llegar a Ámsterdam he ido a la estación de tren para Bruselas y la señora también me ha preguntado mi destino final. Me ha dicho que tal vez tenga problemas para entrar en Bruselas.
Esta última parte que parecía la más fácil… solo en tren, ha sido complicada también. He tenido que hacer 4 transbordos de trenes y en el último antes de llegar a Bélgica, he oído por megafonía que a la bajada la policía haría controles para ver nuestro destino. Y así ha sido. He bajado del tren y 5 policías haciéndome preguntas. Les he enseñado los billetes que venía de África y me han dejado continuar.
Por fin a las 18:30h he llegado a la estación y estaba mi hermana. Todo mi cansancio del viaje se me ha pasado al verla. Aunque ha sido raro pues no nos hemos podido dar un abrazo ni un beso.
En bruselas cuando me recogió mi hermana de la estación.
Ya son las 20:00h y las he acompañado a aplaudir al balcón (algo muy nuevo y sorprendente para mí). Me voy a dormir que el viaje ha sido muy largo.
Todo esto fue mi viaje de vuelta, la vuelta a una situación totalmente diferente a la que dejé. Un mundo pendiente de un virus, una pandemia que ha frenado el mundo.
Me estoy acostumbrando poco a poco a no salir, a ir con mascarilla, a salir al balcón. En definitiva a hacer todo eso que vosotros lleváis mucho tiempo haciendo.
Sois unos valientes. Mucho ánimo y un abrazo virtual.
Ah… y aunque ya no esté por África seguiré escribiendo. Tengo muchas historias que contar.
En África desde que comenzó la pandemia la gente miraba a Europa y China con asombro. Veían raro que no les hubiera pasado a ellos primero como había sucedido siempre (sida, ébola, …) Rezaban y pensaban en nosotros constantemente con una gran preocupación.
Los primeros casos de contagios surgieron en el este de África el día antes de salir yo de Ruanda, el 14 de marzo. Tuve suerte y me libré de la cuarentena porque viajé sábado por la mañana y el domingo ya cerraron las fronteras de Ruanda. Empezaron a hacerse públicos los números de casos afectados en los medios de comunicación. En Rwanda y Kenya Él porcentaje de contagios no es muy alarmante, va subiendo muy poco a poco y sin muertes registradas. La mayoría de esos contagios vinieron del extranjero.
Viendo cómo se estaba expandiendo el virus en otros lugares del mundo, aquí se empezó de manera muy temprana a tomar medidas de prevención. En Kenya, cerraron universidades y escuelas y ahora con 28 caso, han declarado toque de queda de 7 p.m a 5 a.m, han cerrado mercados y han adoptado algunas ayudas en medidas fiscales. Un buen gesto que hay que resaltar por parte del gobierno, ha sido el recorte de los salarios del presidente y ministros, para invertirlo en sanidad.
Hasta aquí todo suena de maravilla ¿verdad?… pero no nos podemos olvidar de los daños colaterales que tiene este virus. Con el cierre de mercados los vendedorxs no ganarán dinero y no podrán comer. He dicho muchas veces que en África «no comer» es no comer de nada, y en muchas ocasiones en la población infantil, no comer es morir.
Tampoco podemos olvidar que unos 300 millones de personas, un 63% de la África subsahariana, no tiene acceso a agua potable y la población, especialmente en las zonas rurales, sólo tiene acceso a aguas muy contaminadas de charcas, lagos y arroyos como veíamos en Rilima.
Otro factor es que el acceso a la sanidad no es universal en este continente y en algunos lugares la sanidad que hay es muy deficitaria.
Yo confío como hacen ellos en que el virus no afectará mucho al pueblo africano porque las consecuencias con lo descrito anteriormente podría ser una gran catástrofe.
Por eso más que nunca karit tiene que estar ahí, tenemos que reforzar nuestros programas nutricionales ya existentes y estar atentos y apoyar a nuestras contrapartes.
Sé que la situación individual de cada uno es muy difícil pero ahora más que nunca podemos empatizar con los más necesitados.
Una de las cosas que me sigue enamorando de África cada vez que vengo, es la alegría. Aquí se comprende su significado y nadie tiene que explicarlo, pues se siente. Los cantos, la sonrisa blanca sincera y la mirada brillante hacen que se te erice la piel y sientas una gran emoción por todo el cuerpo. En ese momento esa sonrisa se contagia y se aloja constantemente en mi cara. (Mi madre dice que solo me ve esa sonrisa cuando estoy en este lado del mundo).
Este pequeño vídeo demuestra esa alegría. Seguro que al verlo también sentís que se os eriza la piel. Esto fue la otra noche en casa. A pesar de la tristeza que siente el mundo por este virus que inunda todos nuestros pensamientos, «el otro día decidimos celebrar la vida y bailar». Os recomiendo que por un momento pongáis la música y os dejéis llevar. Vivir la alegría y celebrar la vida.
Desde que llegué a África vivo en comunidad con las hermanas, postulantes, aspirantes y novicias. Soeurs y sisters… Mujeres que han dejado sus vidas para ponerse al servicio de los otros. Mujeres valientes e inteligentes . En las casas hay alegría, servicio y fraternidad. En Ruanda estuve en 4 comunidades diferentes llenas de juventud. Fue como volver a casa pues conocía a las hermanas de otros años y las jóvenes con las que coincidí mi primera vez ahora ya son novicias. La familia crece y es todo una suerte que se siga haciendo esta gran labor. Aquí en Kenya era la primera vez que venía, la primera vez que conocía de cerca la Congregación de Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús. Y ha sido una maravilla. Desde el primer momento me he sentido como en casa. Ahora que no salimos para nada a la calle por el virus, aprovechamos para trabajar en la huerta, les doy clases de español, alguna tarde que otra jugamos al voleybol, trabajamos juntas en el Proyecto de Karit, compartimos mucho sobre su marcha, y rezamos. Rezamos todos los días para que pare este virus, rezamos por los enfermos, por los fallecidos, por la gente que está en sus casas, por los sanitarios y por los inconscientes que a veces hacen cosas que no tienen que hacer. Y lo más importante de la convivencia es que aprendemos las unas de las otras. Yo comparto mis pequeños conocimientos de informática y de pedagogía y ellas me enseñan recetas de cocina, palabras en suajili y muchas cosas sutiles pero importantes del día a día. Las conversaciones con cada una de ellas son de un gran valor y me ayudan a crecer. La casa donde estoy está en la montaña, el clima es cálido por el día y refresca por noche y aunque parezca raro en África, todo a mi alrededor es verde. Gracias a Dios podemos abastecernos de comida, con la verdura de la huerta, las gallinas nos dan huevos, el otro día molimos el maíz para hacer harina y hacemos nuestro propio pan. Mucho ánimo a todos y todas que estáis en casa. Desde aquí nos acordamos todos los días de vosotros y vosotras. Un abrazo grande.
Reunión sobre el Proyecto con las HnasRecuperando un horno solar que ya sirve para calentar el agua.
La vida está en movimiento. Hoy más que nunca podemos darnos cuenta que la vida puede cambiar en un instante y no depender de nosotros. Cuando las hermanas llegaron a esta misión empezaron a trabajar con niños de la calle en el centro del que os hablaba en el anterior post. Viendo esta situación pensaron en construir un centro para niñas de la calle. Pues en esta zona solo existe un centro para chicos. ¿Y las chicas? ¿No hay niñas de la calle? … Sí que las hay. Pero las niñas, todos podemos imaginar donde están. O bien en casas sirviendo, o bien ejerciendo la prostitución desde bien jóvenes. En ese momento y ante esa necesidad las hermanas formularon un proyecto a Karit destinado a la construcción de un centro para niñas de la calle. La construcción empezó y el proyecto llegó con entusiasmo a las delegaciones que trabajaron con empeño para conseguir los fondos. Pero como he dicho antes, la vida y las circunstancias pueden cambiar en un instante y fue lo que pasó aquí. El gobierno, entre muchos de los cambios que hizo en esta nueva legislatura, también cambió la ley para no conceder permisos de apertura a nuevos orfanatos. Las razones que tenían era que algunas organizaciones utilizaban estos orfanatos para adopciones ilegales o incluso para cosas peores que os podéis imaginar.
Al pasar esto recientemente, hubo que repensar el proyecto. Suerte que estaba hecha sólo la estructura del edificio, sin la división de las habitaciones, con lo cual pensar en destinarlo a una actividad similar fue más fácil.
Las hermanas decidieron que una buena opción de cambio era hacer una escuela, pues la educación son los cimientos de la vida y de esta manera también daban un gran servicio a la zona. La escuela tendrá una clase por nivel desde los 3 años hasta los 9, atendiendo al sistema educativo de Kenia. A la escuela irán niñas y niños del barrio.
En la tercera planta de la escuela se realizarán talleres para madres solteras en situación de riesgo. Esos talleres pretenden enseñar un oficio y al mismo tiempo darles charlas para motivarlas, aumentar la autoestima y que poco a poco puedan empoderarse y mejorar su situación. La idea es bonita pues, aprenderían un oficio, por ejemplo la costura, y podrían hacer los uniformes del propio colegio. El colegio no será algo cerrado, los fines de semana será un recurso más el barrio donde se podrán hacer pequeños encuentros con los niños y niñas de la calle. Bien para hacer deporte o para para que sea un centro de reuniones donde se les puedan dar charlas o incluso poner alguna película. La idea es economizar recursos y unir sinergias para que sea un colegio familiar, autosostenible y que de servicio. Yo estoy aquí menos de una semana y ya les he dicho que quiero volver cuando esa escuela tenga vida, porque será un proyecto muy bonito.
Una vez que estoy aquí tengo que decir que el cambio es positivo, se cumple la ley, se aprovechan los recursos, se sigue atendiendo a la infancia y juventud, se sigue incidiendo en los beneficiarios del proyecto inicial, se amplía a otros y a las familias que pueden crecer en formación, organización y recursos. Esto es un gran ejemplo del lema de Karit… Con poco, mucho.