Desde que llegué a África vivo en comunidad con las hermanas, postulantes, aspirantes y novicias.
Soeurs y sisters… Mujeres que han dejado sus vidas para ponerse al servicio de los otros. Mujeres valientes e inteligentes .
En las casas hay alegría, servicio y fraternidad.
En Ruanda estuve en 4 comunidades diferentes llenas de juventud. Fue como volver a casa pues conocía a las hermanas de otros años y las jóvenes con las que coincidí mi primera vez ahora ya son novicias. La familia crece y es todo una suerte que se siga haciendo esta gran labor.
Aquí en Kenya era la primera vez que venía, la primera vez que conocía de cerca la Congregación de Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús.
Y ha sido una maravilla. Desde el primer momento me he sentido como en casa.
Ahora que no salimos para nada a la calle por el virus, aprovechamos para trabajar en la huerta, les doy clases de español, alguna tarde que otra jugamos al voleybol, trabajamos juntas en el Proyecto de Karit, compartimos mucho sobre su marcha, y rezamos. Rezamos todos los días para que pare este virus, rezamos por los enfermos, por los fallecidos, por la gente que está en sus casas, por los sanitarios y por los inconscientes que a veces hacen cosas que no tienen que hacer.
Y lo más importante de la convivencia es que aprendemos las unas de las otras.
Yo comparto mis pequeños conocimientos de informática y de pedagogía y ellas me enseñan recetas de cocina, palabras en suajili y muchas cosas sutiles pero importantes del día a día.
Las conversaciones con cada una de ellas son de un gran valor y me ayudan a crecer.
La casa donde estoy está en la montaña, el clima es cálido por el día y refresca por noche y aunque parezca raro en África, todo a mi alrededor es verde.
Gracias a Dios podemos abastecernos de comida, con la verdura de la huerta, las gallinas nos dan huevos, el otro día molimos el maíz para hacer harina y hacemos nuestro propio pan.
Mucho ánimo a todos y todas que estáis en casa. Desde aquí nos acordamos todos los días de vosotros y vosotras.
Un abrazo grande.





Que importante el compartir, la fraternidad… es la propuesta de Dios para la humanidad. Tú, amiga, la has experimentado… Dios te bendiga.
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