La otra noche estábamos desgranando las habichuelas que cultivan las hermanas y me llamó la atención que dentro de una vaina había habichuelas muy negras y otras blancas .
Dije en voz alta – «mira qué raro, hay dos habichuelas super negras». Una hermana me dijo igual que en el mundo. Míranos a nosotras lo negras que somos.. y empezamos a reírnos.
Al final llenamos una olla de habichuelas blancas, negras y pintas.
Al día siguiente cuando las cocinamos eran todas marrones y sabían todas igual.
Esto nos puede servir de pequeña metáfora para ver el mundo y sus múltiples colores.
Desde que salí del aeropuerto no me he cruzado con ningún blanco. Imaginaros cada vez que paseo o entro a algún sitio como me miran todos.
Los niños se paran en la calle para tocarme los brazos, la gente que ya conozco y tiene confianza … me toca y mira las venas que son azules.
Por ser umusungu ( blanco) te van a dejar pasar antes en el autobús, pararán los coches en el paso de cebra, te intentarán vender mil cosas y a veces incluso te pedirán una foto o «money».
Pero no es el color blanco de la piel, lo que hace ese efecto, porque hoy en la estación de bus he visto a una mujer albina, blanca como yo, pero repudiada, nadie la miraba, estaba pidiendo de bus en bus.
Su piel blanca estaba quemada del sol y llena de heridas. A penas me podía mirar de lo que le molestaba el sol y eso que iba muy tapada.
El final del cuento no es tan bonito como aquel plato de habichuelas que todas eran iguales al cocinarse.
Pero nosotros que creemos que otro mundo es posible, donde apostamos por la riqueza que aporta la interculturalidad y trabajamos para conseguir un mundo más justo e igualitario, poco a poco lograremos alcanzarlo.
Y seguramente sepamos transmitirlo en nuestras escuelas, trabajos y familias y así con todos esos ingrediente tendremos el mejor plato de habichuelas.

Iguales y diferentes. Diferentes en cultura, en preguntas, en color de la piel… Iguales en dignidad, en derechos… Nos falta ‘cocinar’ mucho para que sea realidad esa igualdad. No perder nuestra identidad y peculiaridad, lo que somos, somos únicos pero… ganar en derechos, en defensa de la dignidad, en justicia, en tener lo necesario para vivir con la misma dignidad. Queda mucho pero no nos asusta, es un reto, es una tarea que cada día podemos realizar, que cada día podemos retomar. Hoy aquí, mañana allí… con los alumnos y con los amigos, con los que me relaciono, con los que se acercan a mi vida, en una homilía o en un gesto… La defensa de la dignidad y la justicia ‘se cocina’ de manera permanente en cada rincón de este mundo, quizá más lentamente de lo que nos gustaría, pero sin dejar de ‘atizar ese fuego’ que cambia, que calienta y transforma: la defensa de los derechos de las personas. Gracias Paloma, me encanta el cuento.
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Leerte y trasladarme, gracias por compartir!! vivan los colores, diferentemente iguales ❤️ Besitos 😘
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Que metáfora más bonita Paloma!!!!
Permite que la trabaje en clase con mis peques, para que aprendan a cocinar habichuelas de colores.
Gracias por cada reflexión!!!! Besicos 😘 😘
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Me parece genial que lo trabajes en clase. Si hacéis alguna actividad, la compartiremos en el blog. Gracias.
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